Al más puro estilo de los ochenta y mediante un sonido alocado al principio, «Slave of Mistake» ofrece una alternativa al thrash metal moderno que acapara la actualidad. El sonido sucio y crudo nos evoca alguna que otra lágrima del old school clásico. Mucha rapidez, pesadez y riffs graves son las pruebas de que este cuarteto sí ha sabido influenciarse bien del metal extremo absoluto. Los solos pueden cortar el viento de lo tajantes que son y la batería no deja ningún break vacío. Aunque «Captive Hell» baja un poco la intensidad, la técnica melódica coge el relevo para contrastar con la voz. Tocar de forma veloz y cantar sin prisa, una clave que pocos han adaptado bien en sus composiciones y Nemesis lo ejecuta al máximo. Sin ninguna rabia o gritos, las líricas adornan los riffs mientras éstos no pierden su esencia thrasher. Para no relajarnos mucho, «N.T.H.» nos hace añicos los cristales de las gafas. Más galopes, acordes potentes y raudas escalas terminales… Un festín digno de un moshpit del cual no se podría salir intacto. Sin apenas voces, el cuarteto lo da todo en el estudio en el que consideramos nuestro corte favorito ante la ausencia de rupturas musicales. La producción del disco es sublime, pues pocas veces se escuchan los platillos de la batería con tanta claridad como en «Ceasefire». Aparte de la caja y los bombos, todo golpe menor se distingue al mínimo golpe. No dejamos de lado al bajo, cuyos certeros graves sostienen los riffs y permiten una mejor adaptación de la consistencia estructural. El tema homónimo empieza quebrando las síncopas de las cadencias hasta dar con la tecla de la thrashería típica del old school. Agresivo como ninguno, el engaño de la realidad se evidencia con la fuerza vocal en los estribillos. Alzándose al viento, el solo medial sorprende en una ejecución improvisada genial. Sin cansarse ninguno, «State of Pain» rompe, un poco, las barreras de la velocidad en las guitarras, pues ambas son merecedoras de protagonismo. Los acordes ligados de los versos encadenan la batuta de las áreas solistas y sin apenas breaks, se crea un ambiente perfecto para headbangear sin parar.