NILE y la condena perpetua de “The Underworld Awaits Us All”
Banda: Nile
Nación: Estados Unidos (EEUU)
Género: Technical Death Metal
Álbum: The Underworld Awaits Us All
Año: 2024
Treinta años de dinastía como referente líder del death metal americano con marcadas influencias orientales no son nada para Nile. El veterano Karl Sanders es un portento físico en el abuso del estilo musical egipcio y no ha dejado de mostrar su talento a través de los años. Rondando la jubilación (¿en serio?) no existe persona o entidad que consiga pararle los pies (¡las manos, mejor!) a ese cerebro que nació para cambiar la percepción del lado más salvaje en el mundo extremo del metal/rock. Rememorando el original título que trazó Slayer en su segundo álbum de 1985, Nile concentró la reciente pandemia en una espiral de muerte, «The Underworld Awaits Us All», la cual está dispuesta a atraer las almas y condenarlas al más allá sin juicio alguno, ni siquiera por parte de las creencias religiosas.
La gran mayoría de los fans de Nile saben que Karl y compañía se guardan las mejores bazas cuando menos nos lo esperamos. La apertura de «Stelae of Vultures» no defrauda en ningún momento, pues contiene los elementos que más se necesitan la industria extrema. Bárbaros guturales por doquier que se martillean el cráneo incluso con los oídos tapados, elenco de ritmos caóticos que asesinan a la cordura del tempo, insanos solos de una naturaleza más cercana a los alienígenas y lo mejor de todo, la crudeza baterista de Kollias, autor de unas líneas estructurales repletas de doble bombo y caja que se golpean hasta la extenuación. De esta manera, seis minutos se pasan volando mientras la cabeza trata de erigir una lógica en mitad del headbanging. El segundo tema nos trae más de lo mismo; ¡aquí no se varía ni queriendo! Podríamos decir el título, aunque malgastar tinta en él… Es más sencillo expresar la algarabía errática que se siente al romper muros bajo la comandancia de Nile y su particular forma de componer (¡no tiene ni pies ni cabeza, y queremos que así sea!). A través de un solo en contrapunto y destinado a mover masas fieles al estilo de Hollywood, «To Strike with a Secret Fang» cala muy hondo cuando Kollias marca el bestial ritmo en rondó mientras la banda se deshace en sólo dos míseros minutos. ¡Esto es lo que hace que Nile lidere las huestes extremas de la industria musical! Breve y conciso, largo e intenso… La cuestión es no decaer los ánimos y que cada maldito segundo cuente en la continua atención al arte.
No hay preguntas que valgan en «Naqada II Enter the Golden Age» ya que todo se resume en el incremento de la pesadez sonora, así como el uso de ritmos más técnicos con acordes de poder desbocados y extraños coros que endulza la enigmática lírica. Mucho tardábamos en dar rédito al bajo de Daniel, quien tiene una pequeña diferencia respecto al resto. Su rol en los graves no se centra en rellenar breaks y poco más, sino que tiene un trasfondo icónico, cual rey que está y, a la vez, no (una paradoja física que le vale el favor de Nile). Desde las enterradas catacumbas que rodean a Egipto y rememorando las raíces de la banda, Karl nos deleita con una acústica exquisita en su creatividad solista para descifrar «The Pentagrammathion de Nephren-Ka» y enseñarnos su ilimitada fuente de inspiración con un efluvio de flamenco. Después de una relativa calma divina, «Overlords of the Black Earth» se sustenta en una sólida base percusionista que los riffs tratan de romper una y otra vez, sin éxito. Sin dar tregua al público, Nile no está dispuesto a cesar en su objetivo primordial; regalar una buena dosis de música extrema que nadie pueda critique o que flaquee por algún rincón. Ante cualquier cambio de ritmo o modulación, Kollias y Daniel estarán ahí como fieles devotos de la continuidad melódica. El brutal doblete de «Under the Curse of the One God» y «Doctrine of Last Things» son pruebas inequívocas de que Karl siempre está atento a las ideas que surcan por su retorcida mente compositiva. Romper una cuerda en un bending, mezclar voces corales para crear una atmósfera letal, sacar de quicio a la sociedad y obligarla a despertar los instintos primitivos… Aquí hay salvajería de sobra para quien quiera dedicar su tiempo en admirar el trabajo de una banda legendaria. Antes de seguir con el análisis, felicitar a Zach por ser el apoyo más adecuado en el acompañamiento guitarrista de Karl (¡te pasaste, tío!).
La mitad de este álbum tan esperado queda representado en dos temas de larga duración, pero muy diferentes en su ejecución. En primer lugar, «True Gods of the Desert» utiliza tempos lentos para que la voz capte el interés y retorcerlo hasta el punto de que la distorsión se quede obsoleta. Los dilatados acordes, unidos por armonizaciones, revientan la escena junto a Kollias en una metodología sacada del Libro de los Muertos. El incremento medial ayuda a evitar el tedio sin olvidar la explosión sonora y adorna los extravagantes coros limpios (¡queremos guturales siempre!). Respecto a lo vivido antes, el tema análogo del disco recoge el testigo de la trayectoria profesional grupal y la condensa en una espiral mortal que realiza altibajos en función de las emociones a despertar, sea la desesperación de los graves, el repentino desvelo guitarrero, los platillos de la batería agrietándose del continuo toque… La inmensa crudeza de la antesala solista es la puerta de un particular riff coreado que nos imbuye en la más absoluta anarquía instrumental que podíamos imaginar. Si el fin de la vida es así, ¡muy gustosos tomamos el camino de la perdición! Para acabar un álbum de calibre inequívoco, «Lament for the Destruction of Time» esconde las ansias vocales y deja que Nile se luzca en un arte extremo que eriza el cabello y enmudece el ambiente a través de un surtido rítmico reservado para que la eternidad sea un paso más en la desgracia de una realidad putrefacta, decolorada y pesimista. En toda la ejecución se puede comprobar que los pies de Kollias no paran en el doble pedal, ¡así que ya tenemos ganador indiscutible del análisis! No hay duda de que Karl la ha vuelto a liar, ¡y en demasía! Disco que saca, revienta las listas de ventas, la sociedad se pelea hasta la muerte, el río Nilo engulle a Egipto y la música se rinde al dominio del abismo infernal. En directo, va a haber mucha sangre y no creo que la ofrenda sea suficiente para la salvación. Vuestro redactor y crítico Wesker le adjudica una piramidal nota de 10. Hablar con Nile de fondo es otra razón de condena a la eternidad, y no hay que desmerecer el honor de que sea la banda acompañante en el viaje del fin.
TrackList
1 – Stelae of Vultures
2 – Chapter for Not Being Hung Upside Down on a Stake in the Underworld and Made to Eat Feces by the Four Apes
3 – To Strike with Secret Fang
4 – Naqada II Enter the Golden Age
5 – The Pentagrammathion of Nephren-Ka
6 – Overlords of the Black Earth
7 – Under the Curse of the One God
8 – Doctrine of Last Things
9 – True Gods of the Desert
10 – The Underworld Awaits Us All
11 – Lament for the Destruction of Time