Sería blasfemo decir que «Incandescent» y «White Lines» no traen mucha originalidad a lo analizado hasta ahora, ¡porque no es así! Sorprendiendo como la primera vez, la alternancia de notas en los riffs se combina con la adaptación que Barbara pone a cada verso según el sentimiento a expresar. Con su dedo índice, nos la imaginamos incitado a mover la cabeza sin descanso junto a un sentimiento de disfrute total. Hay que volver a alabar el arduo trabajo de Yves y Niels, ya que su constancia evita que algunos ajustes melódicos lleven a Nightmare hacia un abismo diluido, o eso podríamos pensar, porque corear los estribillos es tan fácil como alzar los brazos y golpear la pared. Por último, «Borderlines» se enclava como un candado imposible de abrir si no nos concentramos en la combinación del indiscutible old school y elementos modernos de composición. Escuchar este tema sólo es la prueba de que Barbara ha venido para quedarse y engrandecer la gloria del metal/rock extremo francés, y si no os convence la sentencia, la versión moderna del hito imperecedero Eternal Winter os dejará con la boca abierta, como servidor cuando la presenció, en directo y a todo volumen, el año pasado en la Sala Copérnico de Madrid. Por hechos así, hacer la contraria a un gran disco debería penalizarse con la condena perpetua. La llegada de Barbara a Nightmare, en estudio y en directo, ha supuesto un huracán vocal que, más allá de lo esperado, va a dar mucho que hablar cuando su voz lance a la gente hacia atrás cual proyectil balístico. Vuestro redactor y crítico Wesker le adjudica una transcrita nota de 9,6. A diferencia de los años pasados, la continuidad de una mujer al frente de la banda pionera del heavy metal galo está asegurada del todo.