Sin ánimo de quitar el sitio al resto de artistas, decir que Kristin y Gabriele forman un dúo laríngeo de contraste muy especial. Mientras ella expresaba sus octavas y nítidos graves sin llegar al toque gutural, él puso el sentimiento en caldear a los asistentes con estribillos al unísono como en «Daruma» o «Diamanti», llevándose la admiración social de calle. El bello portento de Kristin imponía cual escultura de inmaculado mármol, pues ni los mismísimos cánones ideales la igualarían. Si le añadimos la facilidad de canto, su trabajo en Temperance va a ser perpetuo. Unos ejemplos de inaudita potencia vocal tuvimos en los guiños a discos recientes, como el caso de «I am the Fire» u «Of Jupiter and Moons» cuyos coros guiaba con celeridad y altanería divina. Claro está que ambos cantantes no estaban solos, pues la alegría y derroche de talento de Pastorino a la guitarra nos puso a tono en un cúmulo de singular habilidad interpretativa y solos ensayados al máximo nivel creativo. Lo mismo ocurrió con Luca, cuyo bajo sostenía a los temas escogidos en una nivelización imbuida en líneas que cobraban vida de sus dedos. Escondido tras su batería y mediante llamativos redobles, Marco no cesaba su sonrisa al contemplar el disfrute de la gente cuando ésta, en «Start Another Round» y «Glorious», le aplaudía los breaks que comandaba en los cambios musicales. Para terminar el show, «Pure Life Unfolds» se consagró cual himno italiano y despedida de una banda que continúa cosechando éxitos allá donde lleva su particular estilo de metal/rock.