Crónica: ANGELUS APATRIDA y el Retorno del Concierto Homónimo

No iba a ser un sábado cualquiera, pues dudarlo sería una falta de respeto. Tras una semana de vacunaciones Pfizer, Moderna y AstraZeneca, me vi cansado. Me desvanecía tras una pila de viales, bateas repletas de jeringas y ancianos cuyos rostros de felicidad eran incapaces de hacerme sentir realizado en mi trabajo. La misma monotonía salvo un ticket, una entrada en mi bolsillo de la bata sanitaria. La pandemia se ha llevado vidas, recuerdos, trabajos, economía, sociedad… Y la cultura también, ¡para nuestra desgracia! 2021 seguiría la estela de su antecesor; el mayor pensamiento perverso de mi mundo literario. Entre vacunas y casos positivos, un nombre rondaba mi cabeza, ANGELUS APATRIDA. – ¿Quiénes son? – no quieras saberlo, no mientras haya gente que los catapultase al Nº 1 de ventas musicales en España con su último trabajo homónimo. – ¿En serio? – la Covid19 entiende de heavy metal, ¡así que asúmelo!

En pleno Madrid, donde la oscuridad, la depresión y los ansiolíticos reinan entre millones de coronavirus sonrientes, la banda albaceteña de thrash metal ha dado un paso en la historia de la cultura española al final de otro esperado pico de la pandemia. Lo digo yo, lo dicen los datos, lo demuestran las ventas y ellos lo expresan sobre un escenario: ¡LA CULTURA SIGUE VIVA! Aunque os duela, el heavy metal es cultura también. Los compañeros del hospital Mancha-Centro me decían: “¿Estás loco para ir a Madrid?” “¡Te vas a infectar de la enfermedad!” “¿Te merece la pena arriesgarte por una banda y un mísero concierto?” Estimados señores y señoras, intenté suicidarme cuando murió Jeff Hannemann de SLAYER, de modo que no vengan ustedes con cobardías y tonterías. Si la pandemia me vuelve a coger por un concierto de metal, no me resistiré.

He visto bolsas negras salir de los mortuorios, pacientes morir en mis manos, arruinar vidas de PCR positivas y confinar negocios que quebraron al final. ¿Tú me vas a decir lo que yo he visto, oído y sentido? En la pandemia, yo no trabajo por dinero o protagonismo, trabajo por y para el paciente, sin olvidar la satisfacción de los conciertos y las bandas que lo dan todo por sus fans. No lo entiendes; ¡ni lo intentes! Olvidar aquel 20 de Marzo en la Sala Riviera de Madrid es un hecho grabado a fuego en mi alma, si acaso la tuviera. Llegué al evento hora y media antes de comenzar. Según las publicaciones y redes sociales, el concierto seguiría todas las medidas de prevención y control de la Covid19. En opinión de un enfermero epidemiólogo, ¡se cumplieron a raja tabla! Mascarilla en todo momento, sea cual sea el tipo, distancia de seguridad y gel hidroalcohólico en todos los rincones. No se olvidaron de tomar notas y teléfonos de los asistentes, por si algún positivo se escapaba de la zona. A modo de seguridad, yo llevaba mis pruebas más recientes, fueran PCR negativa, Serología reciente positiva y las fechas de las vacunaciones con Pfizer-Biotech.

Aunque eché de menos los moshpits en la candencia musical, cada uno se armaba su propia guerra desde su silla. ¡No fui menos llegado el momento! Agradecer a la Sala Riviera que dispusiera sus servicios de atención individualizada, incluso si pedías una simple cerveza o vaso de agua. El aforo estaba lleno, al menos, en las zonas de pista, divididas en izquierda y derecha. Tuve suerte de que me situaron en la tercera fila; no menos para las fotos y una buena escucha y apreciación. El concierto se retransmitiría en streaming a la vez, puesto que cualquier persona tiene el derecho de ver una oportunidad única en la pandemia tardía. A las nueve de la noche, tronó una enigmática conversación a modo de introducción que daría paso a los deseados ANGELUS APATRIDA. Con su disco anónimo recién sacado y en lo alto de las listas, el concierto no se quedó atrás. La banda salió a dar guerra y potencia, quizás demasiada en la primera parte, donde había una saturación de graves que no tardaron en remediar. Como es de esperar, Indoctrinate abrió la velada en una sala preparada para soportar la fuerza que la banda sabe sacar a cada riff, melodía, coro o break. A pesar de la pandemia, Guille, David, José y Víctor se les notaba tranquilos, relajados, como si el mundo siguiese en la maldita normalidad anterior. Quizás de los mayores aciertos que el público apreció de principio a fin.

Aunque no fue de mi agrado y sigue sin serlo, el segundo tema no se hizo esperar con One of Us, del penúltimo trabajo titulado Cabaret de la Guillotine. David, sin mucho que diferenciar de Guille, se le notaba muy técnico y apasionado, sin quitar la vista del mástil y los trastes. Sinceramente, ensaya tanto en su casa como yo en intubaciones, ¡lo cual es admirable! El sonido era crudo, pesado, cual yunque golpeando la creación. Sin embargo, la batería sonó muy tremenda en el repertorio, dejando a veces que las guitarras apenas se escuchasen y eclipsando al bajo. Con una breve presentación y fidelidad al público presente, el cuarteto nos deleitó con su primer single del año pasado, Bleed the Crown, la cual dejó bien claro el ánimo que se vería en todo el concierto. Decían que era la segunda vez que lo tocaban en directo, ¡qué bromistas! Si son número uno en ventas, ¡no será por marketing, pues la música vale mucho más! Miradas al pasado lanzaron con dos temazos que no tardaron en ser coreados. Vomitive abrió su segundo y aclamado álbum, Give ‘Em War. En Madrid, la gente sabía lo que venía después de cada silencio lírico. El grito pelao es una fuente de unísono. Retornando a mi querido y brutal Clockwork, Of Men and Tyrants siguió una brutalidad inédita que me hacía pensar en cómo estaría la gente viendo el streaming. Seguro que alguno estaría pegándose cabezazos contra la pared.

En un pequeño interludio previo al siguiente tema, me llegó la noticia de brotes en pueblos cercanos al hospital Mancha Centro, pero la noticia no palió mis ganas de headbangear y olvidarme, por momentos, de todo lo que llevaba encima de la pandemia. Childhood’s End, con una temática de la muerte y las formas de morir, quedó increíblemente retrata cuando días antes se aprobó la ley de Eutanasia en el circo de los corruptos. Sin duda, el grupo escogió un setlist muy adecuado a los tiempos actuales. Casi a mitad de la furia, Downfall of the Nation fue la prueba de que el sonido general debía regularizarse, lo cual se hizo de inmediato para corear los ritmos tan pegadizos de este aclamado tema. No todo iba a ser último disco y ya está. Otro guiño nos llevó al pasado de la banda con Violent Dawn. Un mejor sonido declaró más guerra en aras de aquel disco que continuó la estela de la primera década, The Call. Finalmente, en un discurso merecido y animoso para estos tiempos, Guille y el resto terminaron de presentar el álbum homónimo con el tema We Stand Alone, donde bien se reivindica la necesidad de cuidar de los demás y nosotros mismos. Desde que escuché tal temática, decidí que aquel tema sonaría en cualquier consulta, quirófano o planta donde pisasen mis zuecos sanitarios. Lo que quedaba del repertorio supondría una vuelta por sus álbumes, cumpliéndose la petición del público.

Casi llegan a olvidarse de un álbum que, a pesar de sus toques más progresivos y melódicos, ayudó a madurar y contrastar el pasado y futuro de la banda. Desde su quinto trabajo Hidden Evolution, sonaron los temas End Man y Serpents on Parade. Quitando el aspecto progresivo y técnico, David sabía que ambas guitarras debían conversar bajo la atenta mirada de José y su bajo. Complacieron al público de tal modo que incluso algunos moshpits se armaron durante unos segundos. De tanto cabecear y brincar, sigo sin comprender cómo no me cargué la silla. Lo daban todo sobre el escenario y yo también quería, a pesar de sonarme el teléfono todo el rato con mensajes y whatsapps del hospital, Salud Pública, Epidemiología y la Covid19. Como en cualquier lugar, ANGELUS APATRIDA no dejó tirado a su clásico Give ‘Em War. Sabíamos lo que nos venía y el remedio era aguantarse y permanecer en el sitio, porque de seguro estoy que el coronavirus se había colgado cadenas en las espículas, muñequeras de cuero en las proteínas S y el ARN, repleto de parches thrashers. Me lo imagino, en los pulmones, levantando moshpits en grupos dentro de las células y alveolos. Sólo un tema bastó para que el primer álbum, Evil Unleashed, desatase la locura definitiva de servidor y presentes del thrash nacional. Rítmica, pegadiza y potente, Versus the World se coreó hasta en las afueras de la sala. La alegría de ver a los controladores y staff saltando a la vez era suficiente para decir que aquel concierto pasaría a los anales de la historia española.

Los artistas tenían que despedirse y para completar el tiempo establecido de casi hora y media, regresaron al penúltimo álbum con Sharpen the Guillotine. Más que agradecidos del público, la actitud del mismo y el reconocimiento con cada coro, gesto o muestra de cariño, pusieron punto y final con el un clásico recreativo que David hizo resplandecer a lo grande. You Are Next es más que un tema de thrash metal, es un himno de la cultura española en un país devastado por temas tan triviales que son ridículos a ojos extranjeros. Sin duda, el riff principal en tapping es de lo mejor compuesto en el ámbito nacional. Al término, Guille, David, José y Víctor se entregaron en una emotiva despedida que, evidentemente, nadie quería que sucediese. Al igual que al principio, las medidas Anticovid19 se cumplieron a la perfección y el cuarteto tuvo el inmenso gesto del merchandising. Si no hay puestos presenciales, usemos el ámbito digital y los códigos QR. No soy orgulloso o pretencioso, pero este concierto me ha obligado a grabarme el parche de la banda en mi bata sanitaria junto a una camiseta. ¿No le gusta a la gente o los compañeros que lleve encima lo que me da la vida? ¡Que os follen, coño! He trabajado, visto y sentido demasiado en estos duros tiempos como para que vengan imbéciles a decirme – Quítate eso que das mala imagen –  ¡Córtate tú la cabeza y será más simple!

Por último, agradecer a ANGELUS APATRIDA ciertas características y cualidades que alguien como yo no pueden pasar por alto. Primero, su disposición absoluta en todo el concierto. Segundo, otorgarnos un merecido ocio con su pura música, así como la puesta decorativa y los juegos de luces. Tercero, dejar un setlist dedicado en todo su esplendor a la inmensa trayectoria que la banda tiene a sus espaldas. Cuarto y más importante, evidenciar que la cultura sigue viva en este destrozado y destruido país. El futuro de los conciertos regresará y debemos poner de nuestra parte para conseguirlo. Depender de gobiernos no es lícito ni lógico, ni siquiera en la supuesta democracia que vivimos. Por y para vosotros, Wesker, redactor en TheMetalFamily.

Setlist

Indoctrinate

One of Us

Bleed the Crown

Vomitive

Of Men and Tyrants

Childhood’s End

Downfall of the Nation

Violent Dawn

We Stand Alone

End Man

Serpents on Parade

Give ‘Em War

Versus the World

Sharpen the Guillotine

You Are Next