No es que servidor sea muy entendido en la unión de géneros tan dispares en su ejecución musical, pero se reconoce que la introducción cántica infantil del álbum para dar paso a la enigmática «Gehenna» da una genial idea que contrasta con la pesadez y ambientación blacker propia de los proyectos de Ulrich, ahora extrapolados a Blód. La voz de Anna se mueve en rangos claros hacia un toque gutural tan brutal que impresiona a la primera escucha, como si tuviera dos personalidades laríngeas bien diferenciadas. La lentitud de los ritmos y la nítida batería ofrecen un misticismo envolvente capaz de hipnotizar al público, hecho que «Malignant» se encarga de enseñarnos con una mayor presencia de Anna al frente del estudio. Parecería una ópera oscura, tanto que parece estar compuesta para personal entendido de las fuentes más profundas del mundo musical. Sin cambiar el sonido de las composiciones, «Martyr» nos representa una fuerza imponente de lo que es el sludge/doom, aunque con un break medial muteado que eriza el cabello de su simpleza estructural. El tema homónimo del álbum sube un poco la intensidad con tríadas arpegiadas, de base, con un carácter menor para dar una mayor sensación de tristeza y melancolía. El trabajo vocal que realiza Anna no tiene comparación con los discos anteriores, pues fácil le resulta cambiar la textura laríngea en función de los versos y la lírica.