Con ganas de darlo todo desde el principio, el tema homónimo rompe las barreras compositivas con la extensa imaginación de Fredrik y los incipientes coros grupales del estribillo. Embebido en un sonido poderoso y nivelado, los ritmos enmudecen ante la contundente voz de Niklas, limpia y nítida con un tono agudo que eriza el cabello cuando se comprueba su calidad vocal en directo. Aunque el solo de guitarra está bastante distorsionado en los efectos especiales, no es un aspecto a criticar. Tampoco los muteados y acústica de «Chosen Force», donde Dream Evil pone, de manifiesto, todo su arsenal percusionista en las baquetas de Sören (Pagandom). Guiados por él, los instrumentos se nutren del ambiente creado por los acordes teclistas de Fredrik mientras que Mark le apoya en su labor guitarrera. Casi cual himno bélico, el breve cambio medial de las áreas solistas harmonizadas queda señalado en la posteridad del álbum. Siguiendo la línea anterior de heroicidad y épica, «The Tyrant Dies at Dawn» suelta un riff precioso de síncopas pegadizas que Niklas utiliza en los versos. ¡Nadie puede negar que unirse a los coros de Dream Evil sería un sueño cumplido! Algo detrás, los graves de Peter consolidan la estructura musical en el break melódico, pero sigue estando escondido a oídos estándares. La afirmación realizada sobre el bajo parece ser escuchada en «Lightning Strikes» gracias al incremento de la velocidad y técnica, aparte del uso de acordes líricos que Peter rellena de forma fabulosa. El afilado sonido de las notas pedal evidencia uno de los pilares de Dream Evil, la capacidad de impresionar al público con un arte musical singular.